viernes, 5 de julio de 2013

Trópico absoluto

Eugenio Montejo

Palmares azules y blancos,
nítido sol marino a orilla de la costa,
viento yodado, cuerpos desnudos, oleajes.
Estoy contemplando esta tierra como si la viese por primera vez
o fuese a dejarla.
Me aferro a ella, celebro su antiguo deseo
en cada roca, en cada pequeño guijarro.
Es el mismo paisaje modulando las voces
tantas veces oídas en ciudades y aldeas,
el mismo sol que ardía
en las absortas retinas de mis padres.
Ya no sé si la veo desde otro mundo
y vago ausente ahora
a través de los aires soñando.
Esta luz me compendia la vida y la muerte
en un haz de flotantes colores
que mi silencio me dibuja en palabras.
En esta luz la falsa perla del truhán,
la negra de turbante que se santigua,
los harapos del niño buhonero,
el alcatraz, la cigarra, el bochorno de las marismas,
se me despliegan en un vasto arco iris
donde la magia del trópico absoluto
crece en un grito al fondo de mi sangre.

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De Trópico absoluto, 1982.

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