Federico García Lorca
Estampa Segunda (fragmento)
Estampa Segunda (fragmento)
PEDRO
(apasionado).
¡Quién
pudiera pagarte lo que has hecho por mí!
Toda
mi sangre es nueva porque tú me la has dado
exponiendo
tu débil corazón al peligro.
¡Ay,
qué miedo tan grande tuve por él, Mariana!
MARIANA
(cerca y abandonada).
¿De
qué sirve mi sangre, Pedro, si tú murieras?
Un
pájaro sin aire ¿puede volar? ¡Entonces!...
Yo
no podré decirte cómo te quiero nunca;
a
tu lado me olvido de todas las palabras.
PEDRO
(con voz suave).
¡Cuánto
peligro corres sin el menor desmayo!
¡Qué
sola estás, cercada de maliciosa gente!
MARIANA
(echando la cabeza en el hombro y como
soñando).
¡Así!
Deja tu aliento sobre mi frente. Limpia
esta
angustia que tengo y este sabor amargo;
esta
angustia de andar sin saber dónde voy,
y
este sabor de amor que me quema la boca.
(Pausa. Se separa
rápidamente del caballero y
le coge los codos).
¡Pedro!
¿No te persiguen? ¿Te vieron entrar?
PEDRO
¡Nadie!
(Se sienta).
Vives
en una calle silenciosa, y la noche
se
presenta endiablada.
MARIANA
Yo
tengo mucho miedo.
PEDRO
(cogiéndole una mano).
¡Ven
aquí!
MARIANA
(se sienta).
Mucho
miedo de que esto se adivine,
de
que pueda matarte la canalla realista.
PEDRO (con pasión).
Marianita,
¡no temas! ¡Mujer mía! ¡Vida mía!
En
el mayor sigilo conspiramos. ¡No temas!
La
bandera que bordas temblará por las calles
entre
los corazones y los gritos del pueblo.
Por
ti la Libertad suspirada por todos
pisará
tierra dura con anchos pies de plata.
Pero
si así no fuese; si Pedrosa...
MARIANA
(aterrada).
¡No
sigas!
PEDRO
...
sorprende nuestro grupo y hemos de morir...
MARIANA
¡Calla!
PEDRO
Mariana,
¿qué es el hombre sin libertad? ¿Sin esa
luz
armoniosa y fija que se siente por dentro?
¿Cómo
podría quererte no siendo libre, dime?
¿Cómo
darte este firme corazón si no es mío?
No
temas; ya he burlado a Pedrosa en el campo
y
así pienso seguir hasta vencer contigo.
(Se los besa.)
MARIANA
¡Y
algo que yo no sé decir, pero que existe!
¡Qué
bien estoy contigo! Pero aunque alegre noto
un
gran desasosiego que me turba y me enoja;
me
parece que hay hombres detrás de las cortinas,
que
mis palabras suenan claramente en la calle.
PEDRO
(amargo).
¡Eso
sí! ¡Qué mortal inquietud, qué amargura!
¡Qué
constante pregunta al minuto lejano!
¡Qué
otoño interminable sufrí por esa sierra!
¡Tú
no lo sabes!
MARIANA
Dime:
¿corriste gran peligro?
PEDRO
Estuve
casi en manos de la justicia; pero
me
salvó el pasaporte y un caballo que enviaste
con
un extraño joven, que no me dijo nada.
MARIANA
(inquieta y sin querer recordar).
Y dime.
(Pausa.)
PEDRO
¿Por
qué tiemblas?
MARIANA
(nerviosa).
Sigue.
¿Después?
PEDRO
Después
vagué
por la Alpujarra.
Supe
que en Gibraltar
había
fiebre amarilla;
la
entrada era imposible
y
esperé bien oculto
la
ocasión. ¡Ya ha llegado!
Venceré
con tu ayuda, ¡Mariana de mi vida!
¡Libertad,
aunque con sangre llame a todas
las
puertas!
MARIANA
(radiante).
Mi
victoria consiste en tenerte a mi vera!
En
mirarte a los ojos mientras tú no me miras.
Cuando
estás a mi lado olvido lo que siento
y
quiero a todo el mundo:
hasta
al rey y a Pedrosa.
Al
bueno como al malo. ¡Pedro, cuando se quiere
se
está fuera del tiempo,
y
ya no hay día ni noche, ¡sino tú y yo!
PEDRO
(abrazándola).
Como
dos blancos ríos de rubor y silencio,
así
enlazan tus brazos mi silencio combatido.
MARIANA
(cogiéndole la cabeza).
Ahora
puedo perderte, puedo perder tu vida.
Como
la enamorada de un marinero loco
que
navegara siempre sobre una barca vieja,
acecho
un mar oscuro, sin fondo ni oleaje,
en
espera de gentes que te traigan ahogado.
PEDRO
No
es hora de pensar en quimeras, que es hora
de
abrir el pecho a bellas realidades cercanas
de
una España cubierta de espigas y rebaños,
donde
la gente coma su pan con alegría,
en
medio de estas anchas eternidades nuestras
y
esta aguda pasión de horizonte y silencio.
España
entierra y pisa su corazón antiguo,
su
herido corazón de península andante,
y
hay que salvarla pronto con manos y con dientes.
MARIANA
(pasional).
Y
yo soy la primera que lo pide con ansia.
Quiero
tener abiertos mis balcones al sol
para
que llene el suelo de flores amarillas
y
quererte, segura de tu amor sin que nadie
me
aceche como en este exclusivo momento
(En un arranque.)
¡Pero
estoy dispuesta! (Se levanta.)
PEDRO (entusiasmado se levanta.
¡Así me gusta verte,
hermosa Marianita! Ya no tardarán mucho
los amigos, y alienta
ese rostro bravío y esos ojos ardientes
(Amoroso.)
sobre tu cuello blanco, que tiene luz de luna
.........................................
Mariana Pineda (1927) fue la primera obra dramática escrita por García Lorca. #martesdecuentos es una iniciativa para divulgar los clásicos de la literatura universal.
PEDRO (entusiasmado se levanta.
¡Así me gusta verte,
hermosa Marianita! Ya no tardarán mucho
los amigos, y alienta
ese rostro bravío y esos ojos ardientes
(Amoroso.)
sobre tu cuello blanco, que tiene luz de luna
.........................................
Mariana Pineda (1927) fue la primera obra dramática escrita por García Lorca. #martesdecuentos es una iniciativa para divulgar los clásicos de la literatura universal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario