sábado, 23 de abril de 2011

La humedad de las niñas

José Agustín Goytisolo

Es una cosa triste la gente no lo sabe.
Es un lametón ciego una mano sudada
un agujero blanco tal un traje de muerta
que aparece de pronto saltando por las casas
por las calles por todo. Es una cosa enorme.

Las niñas palidecen al llegar el otoño.
Palidecen y tiemblan y atrás queda el verano
las risas las canciones
y alguna cinta roja partida y olvidada.

Las niñas están quietas solas y quietas. Frías.
Y se ponen mojadas.
Se van poniendo flacas y mojadas por dentro
mientras que todo el mundo comenta y reacciona.

El invierno está cerca se dice de continuo
se preparan abrigos se proyectan estufas
y las bellas parejas contra el amor del fuego
dicen… ¡ay dios quién sabe se dicen tantas cosas!

Porque el mundo camina gira canta rodea
las estaciones tiemblan delante de los trenes
surgen y cesan vientos se extienden las noticias
los ministros prosiguen su inodora tarea
y hay en ciertos lugares murmullos y oraciones.

Pero a pesar de todo
a pesar de las voces que anuncian buenas nuevas
a pesar de la risa que tienen los mayores
a pesar del abrazo de la gloria de un beso
y del fuego cumplido que deshace la escarcha
las niñas tienen frío palidecen las pobres
y están tristes pues saben que por todo el invierno
se irán poniendo feas frias y mojadas.

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Del poemario Salmos al viento, 1980.

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