lunes, 27 de junio de 2022

Acá entre nos: PERIODISTAS, NO MISES























Por @planetaencrisis

Este lunes 27 de junio de 2022 celebramos en Venezuela un nuevo Día Nacional del Periodista, el quincuagésimo séptimo desde la proclamación de esta efeméride, en 1965. Con motivo de esta fecha quiero hacer un comentario.

No es un secreto que, en Venezuela, la palabra “mis”, o mejor dicho miss (señorita en inglés) y lo que trae consigo nos ha legado patrones culturales que se arraigaron fuertemente en nuestra sociedad, y que son fácilmente identificables en medios como la televisión.

La larga lista de coronas de la belleza mundial –Miss Mundo, Miss Universo, etc.– que ostenta el país desde hace medio siglo nos convirtió en una “fábrica de reinas” y ha poblado nuestra televisión de mujeres cuyas carreras se iniciaron en las pasarelas de los concursos de esta naturaleza.

Los certámenes de belleza siguen teniendo gran audiencia en Venezuela –probablemente mucho más que en otros países– y nos han heredado un modelo de comportamiento femenino ante las cámaras sine qua non para todos los tipos de contenido: entretenimiento, farándula, moda y también para los noticieros y programas de entrevistas periodísticas, donde las mujeres nos hemos abierto paso de forma decisiva en las últimas décadas.

MODELOS DE MISS

Las presentadoras de farándula y variedades de la televisión venezolana suelen ser jóvenes y atractivas mujeres con ropas provocativas, pechos, brazos y piernas con mucha piel al descubierto, altos tacones y cabellos largos, que exhiben además un comportamiento extrovertido y una perpetua sonrisa de labios rojos.

Si algún varón o algunos varones comparten la pantalla con ellas, generalmente lo hacen en inferioridad numérica y sin poses de pasarela ni ropas de fiesta.

Algunas presentadoras de televisión ex mises han sido muy carismáticas y populares, tornándose leyendas de las pantallas y permaneciendo en el medio a pesar del paso del tiempo y de su edad.

Pero, en general, no ocurre lo mismo con las periodistas de televisión, cuya gran mayoría debe migrar hacia otros medios de menor exposición visual tras alcanzar la edad de los cabellos grises.

Mientras tanto, la mayoría de las periodistas jóvenes que conducen hoy en día espacios noticiosos en la televisión venezolana –con excepción de las anclas de los noticieros, que se visten, se peinan y se maquillan sobriamente–, aunque no se adornen con lentejuelas sí adoptan las poses y el aire discretamente sensual de las reinas de belleza.

Incluso en los noticieros de deportes podemos encontrar ese sutil “estilo miss” en las periodistas.

Son poses que se hacen evidentes al caminar ante la cámara y cuando la toma es de cuerpo entero, por ejemplo, al girar el cuerpo hacia uno u otro lado; al permanecer paradas con las piernas ligeramente entrecruzadas y un pie delante del otro; o al sentarse únicamente con las piernas cruzadas e inclinadas lateralmente, muchas veces exhibiendo los muslos bajo la corta falda.

No he visto este estilo en noticieros de otros países cercanos al nuestro, como Brasil y Colombia, donde la informalidad en el vestir y la naturalidad en el actuar de las periodistas son predominantes en la televisión. Tampoco en noticieros de otras latitudes más lejanas.

Ante el aumento de la presencia femenina en los programas informativos de la pantalla chica venezolana he podido notar también un aumento exponencial del estilo miss entre las periodistas.

TELEVISIÓN MACHISTA

Hay quienes normalizan estas cuestiones al sostener que la televisión es un reflejo de las sociedades y que, como tal, siempre ha sido un escenario cargado de estereotipos machistas, presentes en toda la programación alrededor del mundo y de forma especialmente abundante en telenovelas, programas de humor y entretenimiento.

La discusión inevitable y de fondo es, claro está, sobre si damos por sentada la anterior afirmación o si, más bien, logramos entender que nuestra conducta y la aceptación de los estereotipos de género de hecho ayuda a difundirlos, a asentarlos y a perpetuarlos en todos los espacios laborales.

El medio televisivo, que es el uno de los pocos ámbitos periodísticos donde la mujer profesional muestra su físico todo el tiempo y donde ello es parte de su trabajo, es especialmente proclive a colocar a la mujer en una posición sensible de sufrir discriminación.

Estudios sobre los estereotipos de género han identificado los patrones conductuales como causas por las cuales las mujeres enfrentan más dificultades y limitaciones que los hombres en los sectores laborales y productivos, teniendo, por ejemplo, menores posibilidades para obtener puestos directivos o cargos de responsabilidad y devengando menores salarios.

El tener que hacer uso de la belleza física y, aún más, tener que enfatizar la forma de presentarse “femeninamente”, asumiendo patrones estereotipados de conducta como una herramienta de trabajo, es una condición altamente discutible y polémica.

Quedarán excluidas del estrellato, por ejemplo, las mujeres que no cumplan con los requisitos antes mencionados.

NO TODO SE VALE

Alguien podría argumentar que la imagen de cualquier profesional en la pantalla chica requiere carisma y un grado de impecabilidad en la imagen, y que para alcanzar estos objetivos “todo se vale”, inclusive la aceptación de parámetros que podrían ser definidos como discriminatorios. 

Llevando este razonamiento a una lógica in extremis, otros podrían argumentar que las mujeres venezolanas somos hermosas, de belleza rara, mestiza y variopinta, y que por lo tanto podemos echar mano de esos recursos y destacarlos para obtener beneficios que son por demás “justos”. 


Pero pensemos: ¿no resulta disparatado, incómodo, segregacionista y hasta ofensivo para las mujeres periodistas tener que agregar el estilo miss al ejercicio de nuestra profesión en la pantalla de televisión o en cualquier otro ambiente de trabajo? ¿De dónde se desprende ese "deber ser"?

Los estereotipos de género son creencias generalizadas y socialmente compartidas que funcionan como ejemplo y prescripción de la conducta “esperada” o “correcta” de hombres, mujeres y de la sexo diversidad.

Las reivindicaciones de los grupos sexualmente identificados e históricamente discriminados han generado un inmenso movimiento social alrededor del planeta que ha logrado importantísimos cambios sociales en los últimos años, modificando constituciones y legislaciones de todo tipo.

Vivimos una era única, donde el feminismo ha dejado de ser bandera de pequeños grupos que eran descalificados y minimizados por el establecimiento a todos los niveles en todos los países de Occidente, para tornarse una ideología dominante incluso entre las mujeres más jóvenes.

Venezuela no puede continuar al margen de estas reivindicaciones, al menos en el periodismo no lo podemos permitir haciendo de poses, maneras a la cámara y jerigonza machista parte obligatoria del trabajo.

Usted, colega periodista, por su formación, su conocimiento y su trabajo diario, definitivamente es mucho más que su físico.

Solo me resta agregar a este comentario un amable llamado a las afortunadas colegas que ocupan los espacios televisivos para que estén atentas a cualquier reglamentación o prescripción de los atributos, comportamiento y exposición que deberían tener las mujeres periodistas y que se pregunten si ello es necesario, legítimo y justo, en el entendimiento de que mostrarnos hermosas o incluso sensuales es una opción, no una obligación.

“Si una palabra sola puede cambiar el curso de la historia, otra palabra, en la oscuridad, derrota la tormenta”, dijo hace 200 años Manuelita Sáenz, un nombre adecuado para recordar en este nuevo Día del Periodista, que conmemora la publicación del periódico Correo del Orinoco, creado por Simón Bolívar en 1818.

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