viernes, 11 de mayo de 2012

Nueva cosmología y liberación

Leonardo Boff

Hace algún tiempo, el Museo Americano de Historia Natural hizo una encuesta entre biólogos a quienes les preguntó si creían que estábamos enfrentando una extinción en masa. Un 70% respondió que sí. El renombrado cosmólogo Brian Swimme, autor junto con Thomas Berry de una de las más brillantes narrativas de la historia del Universo (The Universe Story, 1992), interrogado sobre lo que podríamos hacer, respondió: “El Universo ya viene, hace tiempo, haciendo su parte para detener el desastre; pero nosotros tenemos que hacer la nuestra. Y lo haremos mediante el despertar de una nueva conciencia cosmológica, vale decir, si ajustamos nuestras conductas a la lógica del Universo. Pero no estamos haciendo lo suficiente”.

¿Qué significado tiene esta respuesta? Nos apunta hacia una nueva conciencia que asume una responsabilidad colectiva respecto a la protección de nuestra Casa Común y a la salvaguardia de nuestra civilización. Y “ajustar nuestras conductas a la lógica del Universo” significa responder a los llamados que recibimos del denominado “principio cosmogénico”, que estructura la expansión y la autocreación del universo con todos sus seres, inertes y vivos. Este principio se manifiesta por tres características: la diferenciación/complejización, la subjetividad/interiorización y la interdependencia/comunión.

En palabras más simples: cuanto más el universo se expande, más se complejiza; cuanto más se complejiza más gana interiorización y subjetividad (cada ser tiene su propia forma de relacionarse y escribir su historia); y cuanto más gana interiorización y subjetividad más todos los seres entran en comunión entre sí y refuerzan su interdependencia, en el contexto de pertenencia a un gran Todo. Comentan Berry/Swimme: “Si no hubiese habido complejidad (diferenciación), el universo se habría fundido en una masa homogénea; si no hubiese habido subjetividad, el universo se habría convertido en una extensión inerte y muerta: si no hubiese habido comunión, el universo se habría transformado en un guarismo de eventos aislados”.

Los teólogos de la liberación, en cuarenta años de reflexión, hemos intentado explorar las dimensiones económicas, sociales, antropológicas y espirituales de la liberación como respuesta a las opresiones específicas. Ahora estamos intentando incorporar esta visión cosmológica al contexto de la crisis ecológica generalizada. Ella nos obligó a quebrar el paradigma convencional con el cual organizábamos nuestras reflexiones, vinculadas todavía a la cosmología mecanicista y estática. La nueva cosmología ve el universo de forma diferente, como un proceso incomensurable de evolución/expansión/creación que envuelve todo lo que pasa en su interior, incluidas la conciencia y la sociedad.

En términos del principio cosmológico, liberación personal significa: liberarse de amarras para sentirse en comunión con todos los seres y con el universo, fenómeno que los budistas llamam “iluminación” (satori), una experiencia de no dualidad y que San Francisco vivió en el sentido de una hermandad abierta con todos los seres. En términos sociales, la liberación, a la luz del principio cosmogénico es: la creación de una sociedad sin opresiones donde las diversidades son valoradas y expandidas (de género, de culturas y de caminos espirituales). Eso implica dejar atrás la monocultura del pensamiento único en la política, en la economia y en la teología oficial. Éste es el principal factor de opresión y de homogenización.

La liberación requiere también una profundización de la interioridad, la cual ya no se satisface con el mero consumo de bienes materiales; pide valores vinculados a la creatividad, a las artes, a la meditación y a la comunión con la Madre Tierra y con el Universo. La liberación resulta del refuerzo de la “matriz relacional”, especialmente con aquellos que sufren injusticias y que son excluidos. Esta matriz nos hace sentir miembros de la comunidad de vida e hijos e hijas de la Madre Tierra, la cual, a través de nosotros, siente, ama, cuida y se preocupa por el futuro común.

Finalmente, la liberación, en la perspectiva cosmogénica, demanda una nueva conciencia de interdependencia y de responsabilidad universal. Estamos llamados a reinventar nuestra especie, tal como lo hicimos en el pasado en las innumerables crisis por las cuales atravesó la humanidad. Este apremio es urgente, porque no tenemos mucho tiempo y porque debemos estar a la altura de los desafíos de la actual crisis de la Tierra.

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Publicado por Correio do Brasil el 4/4/2012. Traducción libre.

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