sábado, 19 de mayo de 2012

Los trabajos perdidos (1ª parte)

Álvaro Mutis

Por un oscuro túnel en donde se mezclan ciudades, olores, tapetes, iras y ríos, crece la planta del poema. Una seca y amarilla hoja prensada en las páginas de un libro olvidado, es el vano fruto que se ofrece.

La poesía sustituye, la palabra sustituye, el hombre sustituye,
los vientos y las aguas sustituyen... la derrota se repite a través de los tiempos ¡ay, sin remedio!

Si matar los leones y alimentar las cebras, perseguir a los indios y acariciar mujeres en mugrientos solares, olvidar las comidas y dormir sobre las piedras... es la poesía, entonces ya está hecho el milagro y sobran las palabras.

...Pero si acaso el poema viene de otras regiones, si su música predica la evidencia de futuras miserias, entonces los dioses hacen el poema. No hay hombres para esta faena.

Pasar el desierto cantando, con la arena triturada en los dientes y las uñas con sangre de monarcas, es el destino de los mejores, de los puros en el sueño y la vigilia.

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De Los elementos del desastre, 1953.

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