lunes, 30 de mayo de 2011

Enemigos en Irak y Afganistán, aliados en Libia

Webster G. Tarpley

La actual operación militar contra Libia se basa en la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU y su objetivo es proteger a los civiles. Las declaraciones del presidente (Barack) Obama, del primer ministro David Cameron, del presidente (Nicolas) Sarkozy y de otros dirigentes han subrayado el carácter humanitario de esta intervención, cuyo objetivo oficial es impedir que las fuerzas favorables a la democracia y los partidarios de los derechos humanos sean masacrados por el régimen de Gadafi.

Al mismo tiempo, numerosos comentaristas han expresado, sin embargo, cierta ansiedad ante el misterio que rodea al gobierno antigadafista de transición, surgido a principios de marzo en la ciudad de Bengasi, situada en el distrito cirenaico, en el noreste de Libia. Francia y Portugal ya reconocieron a ese gobierno como único representante legítimo del pueblo libio. El Consejo de los sublevados cuenta, al parecer, con un poco más de 30 delegados, cuya identidad se mantiene, en la mayoría de los casos, bajo un manto de misterio.

Los nombres de más de una docena de miembros de ese Consejo se mantienen incluso en secreto, supuestamente para proteger a esas personas de la posible venganza de Gadafi. Pero el secreto que rodea la identidad de esas personas pudiera deberse a otras razones. A pesar de numerosas incógnitas, la ONU y buena parte de las principales naciones miembro de la OTAN, como Estados Unidos, se apresuraron a ayudar a las fuerzas rebeldes a través de incursiones aéreas, lo que ha resultado en la pérdida de uno o dos aviones de la coalición, con la perspectiva de pérdidas aún más importantes en caso de invasión terrestre.

Es hora ya de que estadounidenses y europeos sepan un poco más sobre los rebeldes que supuestamente representan una alternativa democrática y humanitaria al régimen de Gadafi.

¿Quiénes son los rebeldes libios?

Resulta evidente que los rebeldes no son civiles, sino que constituyen una fuerza armada. Pero ¿qué tipo de fuerza armada?

Dado lo difícil que resulta estudiar a los jefes rebeldes desde el exterior -y ya que resulta imposible determinar el perfil sociológico estas personas en pleno transcurso de la guerra-, es posible que el método típicamente utilizado para la historia de las sociedades pueda ser de alguna utilidad. ¿Existe alguna manera de conocer exactamente la opinión pública que prevalece en las ciudades del noreste de Libia, como Bengasi, Tobruk o Derna, las cuales constituyen los núcleos de la revuelta?

Un estudio de West Point de diciembre de 2007 analizó el perfil de los combatientes extranjeros de la guerrilla y comprobó que yihadistas o muyahidines, de los cuales algunos eran posibles kamikazes, cruzaron la frontera siria hacia Irak durante el periodo 2006-2007, movimiento que se desarrolló bajo la supervisión de la organización terrorista internacional conocida como Al Qaeda.

Dicho estudio se basa en cerca de 600 fichas de muyahidines confiscadas en el otoño de 2007 por las fuerzas estadounidenses. Los resultados de ese estudio permitieron descubrir ciertos rasgos predominantes en la mentalidad y estructura de las creencias de las poblaciones del noreste de Libia, y permitieron determinar algunos aspectos importantes sobre la naturaleza política de la revuelta contra Gadafi en esa región.

Derna: capital mundial de los yihadistas

El mayor descubrimiento del estudio de West Point es que el corredor que va de Bengasi a Tobruk, pasando por la ciudad de Derna, constituye una de las mayores concentraciones de terroristas yihadistas del mundo y que puede ser considerado como la primera fuente de candidatos a kamikazes de todos los países. Con una proporción de un terrorista enviado a Irak a "matar estadounidenses" por cada 1.000 ó 1.500 habitantes, Derna parece ser el paraíso de los kamikazes, muy por delante de Riad, capital de Arabia Saudita.

Según los autores del informe de West Point, Joseph Felter y Brian Fishman, Arabia Saudita ocupa el primer lugar en cantidad absoluta de yihadistas enviados a Irak a luchar contra Estados Unidos y contra los miembros de la coalición durante el periodo en cuestión. Libia, cuya población es de menos de la cuarta parte de la de Arabia Saudita, ocupa el segundo lugar.

Arabia Saudita envió el 41% de los combatientes. Según Felter y Fishman, "Libia era el siguiente en la lista de países de origen, con un 18,8% (112) de combatientes provenientes de ese país, de los que precisaron su nacionalidad". Otros países muchos más poblados quedaban muy por debajo de esa cifra: "Siria, Yemen y Argelia eran los siguientes con 8,2% (49), 8,2% (48) y 7,2% (43) respectivamente. Los marroquíes representaban el 6,1% (36) de los efectivos y los jordanos el 1,9% (11)".

Combatientes por millón de habitantes

Fuente: Joseph Felter y Brian Fishman

Como los expedientes sobre Al Qaeda especifican el lugar de residencia de los combatientes extranjeros, tenemos la prueba de que el deseo de ir a Irak a "matar estadounidenses" no era el mismo en toda Libia, sino que se concentra precisamente en las zonas que rodean Bengasi y que conforman hoy en día el epicentro de la sublevación contra el coronel Gadafi, revuelta que Estados Unidos, el Reino Unido y Francia respaldan con tanto entusiasmo.

El informe de West Point sitúa en 52 el número de combatientes que llegaron a Irak provenientes de Derna, una ciudad de sólo 80.000 habitantes en el este de Libia (la segunda fue Riad, capital saudita y ciudad que cuenta más de 4 millones de habitantes). Bengasi, la capital del gobierno provisional libio, escogida por los rebeldes antigadafistas, envió a 21 combatientes, cifra igualmente desproporcionada en relación con su población". En cambio, Trípoli, el bastión de Gadafi, ni siquiera aparece en las estadísticas.

De dónde vienen los combatientes libios

Fuente: Joseph Felter y Brian Fishman

¿Cómo se explica la extraordinaria concentración de combatientes antiestadounidenses en Bengasi y en Derna?

La respuesta parece vinculada a las escuelas "extremistas" en materia de teología y de política que florecen en esa región. Como señala el informe de West Point: "Derna y Bengasi están asociadas desde hace mucho al militantismo islámico en Libia".

Esas zonas están en conflicto ideológico y tribal con el poder central del coronel Gadafi, además de que se oponen a él en el plano político. Saber si ese conflicto ideológico amerita que mueran soldados estadounidenses o europeos es una pregunta que exige urgente respuesta.

Felter y Fishman subrayan que "una amplia mayoría de los combatientes libios, entre los que precisaron su ciudad de origen en las fichas de Sinjar, vive en el noreste del país, específicamente en la ciudad costera de Derna, con un 62,5% (52) y la de Bengazi con un 23,9% (21). Ambas ciudades están vinculadas desde hace mucho al militantismo islámico en Libia, especialmente a través de un levantamiento orquestado por organizaciones islamistas a mediados de los años 1990. El gobierno libio acusó a "infiltrados" provenientes de Sudán y Egipto de fomentar aquella revuelta, al igual que un grupo –el Grupo Islámico Combatiente en Libia (GICL, jama-ah al-libiyah al-muqatilah)– conocido por contar en sus filas con veteranos afganos. Las insurrecciones libias fueron extremadamente violentas".

Este de Libia, semillero de kamikazes

Otro aspecto muy notable de la contribución libia a la guerra contra las fuerzas estadounidenses en Irak es la marcada propensión de los libios del noreste a escoger el atentado suicida con bomba como principal método de combate. Como reporta el estudio de West Point, "entre los 112 combatientes libios fichados, el 54,4% precisó la naturaleza de su misión. De ellos, el 85,2% (51) escribió 'atentado suicida con bomba' para describir el objetivo de su llegada a Irak". Lo cual significa que los libios del noreste son mucho más propensos a los atentados suicidas que todos los combatientes provenientes de otros países.
"Los combatientes libios eran mucho más frecuentes en la lista de candidatos a kamikazes que los de cualquier otra nacionalidad (85% en el caso de los libios, 56% en el caso de los demás)".

En 2007, la organización antigadafi conocida como Grupo Islámico Combatiente en Libia (GICL) se fusiona con Al Qaeda.

La base institucional dedicada al reclutamiento de los combatientes de la guerrilla en el noreste de Libia está ligada a esta organización, que en 2007 se declaró oficialmente a sí misma como una extensión de Al Qaeda y modificó su nombre para convertirse "Al Qaeda en el Maghreb Islámico" (AQMI).

La consecuencia de esa  fusión en 2007 fue un crecimiento de la cantidad de combatientes provenientes de Libia que llegaban a Irak. Según Felter y Fishman, "el aparente flujo de reclutas hacia Irak pudiera estar vinculado a una colaboración cada vez más estrecha entre el GICL y Al Qaeda, que desembocó el 3 de noviembre de 2007 en la fusión oficial" entre ambas agrupaciones. Otras fuentes confirmaron esa fusión, incluida una declaración de 2008 atribuida a Ayman al Zawahiri.

El emir terrorista

Abu Layt al-Libi, el sui generis emir del GICL y quien se convertiría posteriormente en uno de los líderes de Al Qaeda, en el momento de la fusión de 2007 subrayó la importancia de la contribución de Bengasi y de Derna en el yihadismo islámico, al declarar: "Es por la gracia de Alá que levantamos la bandera de la yihad contra ese régimen herético, bajo la dirección del Grupo Islámico Combatiente en Libia, que ha sacrificado la élite de sus hijos y de sus oficiales para combatir a ese régimen, y cuya sangre se ha derramado en las montañas de Derna, en las calles de Bengasi, en los barrios periféricos de Trípoli, en el desierto de Saba y en las arenas de las playas".

Ammar Ashur al-Rufayi, conocido como "Abu Lait el libio (al-Libi)" (1967-2008), participó en su adolescencia en la lucha contra los soviéticos en Afganistán, bajo las órdenes de Osama Bin Laden y de la CIA. En los años 1990 se convirtió en comandante del GICL y en asistente de Ayman al Zahwari. Participó en el complot de Al Qaeda que trató infructuosamente de asesinar a Gadafi en 1994. David Shayler, agente del contraespionaje británico, reveló posteriormente que aquella operación fue orquestada por orden de los servicios secretos de Su Majestad. 

Se le atribuye a Abu Lait el libio la organización del comando suicida que atacó la base aérea estadounidense de Bagram, en Afganistán, el 27 de febrero de 2007, en plena visita del vicepresidente (Dick) Cheney. Entonces se ofreció una recompensa de 5 millones de dólares por su cabeza. Fue muerto posteriormente por un avión sin piloto de la CIA.

Las opciones, según West Point

El estudio de West Point entregado en 2007 concluyó con la formulación de varias opciones políticas para el gobierno de Estados Unidos. Un posible enfoque, sugerido por los autores, sería que EEUU cooperara con los actuales gobiernos árabes para contrarrestar a los terroristas. Como indican Felter y Fishman, "los gobiernos libios y sirios comparten esta misma preocupación americana sobre una ideología yihadista salafista violenta y sobre actos violentos perpetrados por sus miembros. Esos gobiernos, al igual que otros en el Medio Oriente, temen a la violencia en su propio suelo y preferirían que los elementos radicales se vayan a Irak en vez de causar problemas en casa".

Los esfuerzos de Estados Unidos y de la coalición por contener el flujo de combatientes hacia Irak serían mucho más eficaces si tomaran en cuenta el conjunto de la cadena logística que permite el desplazamiento de esos individuos –comenzando por su país de origen– en vez de ocuparse simplemente de los puntos de entrada sirios. Estados Unidos debería ser capaz de aumentar la cooperación de los gobiernos para frenar el flujo de combatientes hacia Irak, ayudándolos a resolver sus propios problemas locales de violencia yihadista".

Teniendo en cuenta lo sucedido posteriormente, podemos afirmar que no fue esa la opción escogida, ni al final de la era Bush ni durante la primera mitad del mandato de Obama.

El estudio de West Point ofrece también otra opción, más siniestra. Felter y Fishman dan a entender que es posible utilizar las antiguas facciones del GICL contra el gobierno de Gadafi, esencialmente mediante la creación de una alianza de facto entre Estados Unidos con un segmento de la organización terrorista. El informe señala que: "La fusión entre el Grupo Islámico Combatiente en Libia y Al Qaeda y su aparente decisión de proporcionar prioritariamente un apoyo logístico al Estado islámico de Irak es, probablemente, motivo de controversia en el seno de la organización. No sería sorprendente que ciertas facciones del GICL sigan priorizando la lucha contra el régimen libio por encima del combate en Irak. Es posible, sin duda, exacerbar las divisiones en el seno mismo del GICL y entre los líderes del GICL y los de Al Qaeda provenientes de la base tradicional saudita y egipcia". 

Lo anterior corresponde a la política estadounidense que estamos viendo hoy en día, que consiste en una alianza con los fanáticos oscurantistas y reaccionarios de Al Qaeda en Libia contra el coronel Gadafi, que es un reformador nasserista.

La experiencia de Afganistán

Cuando se ve la dramática experiencia de los esfuerzos de Estados Unidos por movilizar a las poblaciones de Afganistán contra la ocupación soviética de la década de 1980, debería resultar evidente que la política de la Casa Blanca de Ronald Reagan (que consisitió en armar a los muyahidines afganos con cohetes Stinger y otras armas modernas) resultó trágica para los propios Estados Unidos. Como Robert Gates parece admitir en sus Memorias, Al Qaeda fue creada en aquellos años a instancias de Estados Unidos como una especie de legión árabe destinada a combatir la presencia soviética, con los desastrosos resultados a largo plazo que ya conocemos.

Hoy en día está claro que Estados Unidos está entregando armas modernas a los rebeldes libios a través de Arabia Saudita y de la frontera conn Egipto, con el activo respaldo del ejército egipcio y de la nueva junta militar proestadounidense instaurada en ese país.

Todo lo anterior constituye una violación directa de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, que exhorta a un embargo total de las entregas de armas a Libia. Se supone que las armas entregadas van a utilizarse contra el coronel Gadafi en las próximas semanas. Sin embargo, dada la naturaleza violentamente antiestadounidense de la población del noreste de Libia que está recibiendo ese armamento, no es posible garantizar con absoluta certeza que todas esas armas no acaben por volverse un día contra quienes las proporcionaron.

Pero lo que plantea un problema más importante aún es la conducta de un futuro gobierno libio controlado por el actual Consejo rebelde, con su amplia mayoría de islamistas del noreste, o de un gobierno que aliente un posible futuro Estado independiente cirenaico. Suponiendo que un régimen de ese tipo tenga acceso a los ingresos del petróleo, es evidente que ello plantearía cierto número de problemas de seguridad internacional.

El periodista Daya Gamage escribe al respecto: "Si la rebelión logra derribar el régimen de Gadafi, tendrá entonces acceso directo a las decenas de miles de millones de dólares que el dictador supuestamente escondió en diferentes países durante sus 40 años de reinado". Después de haber visto la mentalidad prevaleciente en el noreste de Libia, no es difícil imaginar en qué serían utilizados dichos ingresos.

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Publicado en Red Voltaire.net el 29-5-2011. Por su extensión, edité el texto y suprimí pequeños fragmentos y referencias bibliográficas, además de que lo separé en mitades para publicarlo en dos entregas.

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