José Ramón Medina
Allí, donde nadie te reclama, donde nadie
pone tu nombre a sollozar, ni busca
tu hierba bajo el cielo, tu dulzura
descubierta como un rostro que se mira en el agua.
En ninguna parte, porque has perdido el hilo
de aquel sueño
que empezaba a rodearse con amorosa sombra.
Y, sin embargo, sabemos que todos tus actos,
en la última lumbre que alimenta tus huesos,
en la escondida señal que adivinas,
la bondad es un amago de tu estirpe, la ternura
se desprende de tu cuerpo, como
desde el fondo de un pozo oscuro y ciego
salta la estrella, el cielo, sus contornos...
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Del libro En la reciente orilla, 1956.
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